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lunes, 17 de septiembre de 2012

Elena G. de White y la Música


Elena G. de White y la Música

agosto 15th, 2012 La siguiente colección de citas  no contiene todas las referencias, pero éstas son representativas de los escritos de la autora sobre el tema.

Pronunciación correcta- Palabras nítidas.– Ninguna palabra puede determinar correctamente la profunda bienaventuranza que resulta del culto diligente. Cuando los seres humanos cantan con espíritu y entendimiento, los músicos celestiales captan la melodía, y se unen al canto de agradecimiento. El que nos concedió todos los dones que nos permiten ser obreros con Dios, espera que sus siervos cultiven sus voces, de manera que puedan hablar y cantar para que todos puedan comprender. El canto ruidoso no es lo que hace falta, pero una entonación clara, una pronunciación correcta, y palabras nítidas. Que todos tomen tiempo para cultivar la voz, para que la alabanza a Dios pueda ser cantada en tonos claros y dulces, no con dureza y agudez que ofendan al oído. La capacidad de cantar es un don de Dios, usémosle para su gloria.– 9T, 143, 144.
La música debiera tener belleza. –La música podría ser un gran poder para el bien, sin embargo no aprovechamos como debiéramos esta forma de rendir culto. El canto por lo general se hace por impulso o para satisfacer casos especiales, y otras veces se deja que los que cantan lo hagan cometiendo errores; en esta forma la música pierde el efecto que podría ejercer sobre las mentes. La música debiera tener belleza, sentimiento y poder. Elévense las voces en cantos de alabanza y devoción. Llamad en vuestro auxilio instrumentos musicales, si eso es posible, y asciendan hacia Dios las gloriosas armonías como una ofrenda aceptable.
Pero en ciertas ocasiones es más difícil disciplinar a los que cantan y conseguir que lo hagan en forma adecuada, que mejorar los hábitos de oración y exhortación. Muchos quieren hacer las cosas de acuerdo con su propio método; se oponen a las consultas y se impacientan cuando otro los dirige. Se requieren planes bien maduros en el servicio de Dios. El sentido común es algo excelente en el culto que se rinde al Señor. — Ev, 368.
Un poder para ganar almas. — La voz humana tiene mucho poder efectivo y musicalidad, y si el que aprende realiza esfuerzos decididos adquirirá el hábito de hablar y cantar que será para él un poder para ganar almas para Cristo. Manuscrito 22, 1886 –Ev, 367-368).
El ruido no es música.– Pueden introducirse muchas mejoras en el canto. Algunos piensan que cuando más alto cantan tanto más musicales son, pero el ruido no es música. El buen canto es como la música de los pájaros: suave y melodioso.
En algunas de nuestras iglesias he escuchado solos que eran inapropiados para el servicio de culto en la casa de Dios. Las notas prolongadas y los sonidos peculiares tan comunes en el canto de ópera no agradan a los ángeles. Estos se complacen en oír los sencillos cantos de alabanza expresados en un tono natural. Ellos se unen con nosotros en los cantos en los que cada palabra es pronunciada claramente, en un tono musical. Participan en las melodías cantadas con el corazón, el espíritu y el entendimiento. Manuscrito 91, 1903 — Ev, 372.
Con solemnidad y temor.– La melodía del canto, brotando de varios corazones por medio de palabras claras y nítidas, es uno de los instrumentos usados por Dios en la obra de salvación de las almas. Todo el servicio se debería llevar a cabo con solemnidad y temor, como en la presencia visible del Señor de las asambleas.– 5T, 493.
Con melodía y claridad.– Estoy contenta que un elemento musical ha sido introducido en la escuela de Healdsburg. En cada escuela, se necesita grandemente instrucción en el canto. Debiera haber mucho más interés en la educación de la voz que el que ahora se manifiesta. Los alumnos que han aprendido a cantar dulces cantos evangélicos con melodía y claridad pueden hacer mucho bien como evangelistas por medio del canto. Encontrarán muchas oportunidades para utilizar el talento que Dios les ha dado, llevando melodías y luz a muchos lugares solitarios, entenebrecidos por el pecado, la tristeza y la aflicción, y cantando para los que pocas veces pueden disfrutar de los privilegios de la iglesia.
Estudiantes, salid a los caminos y a los vallados. Esforzaos por alcanzar las clases altas tanto como las bajas. Entrad en los hogares de los ricos y los pobres, y cuando tengáis oportunidad, preguntad: ¿”Os gustaría escucharnos cantar? Nos agradaría entonar algunos cantos sagrados para vosotros”. Luego, cuando los corazones se enternezcan podéis tener la oportunidad de ofrecer algunas palabras de oración pidiendo la bendición de Dios. No hay muchos que rehusarían esto.
Tal ministro es una obra misionera genuina. Dios desea que cada uno de nosotros esté convertido, y aprenda a rendir un esfuerzo misionero sincero. Nos bendecirá en este servicio por los demás, y veremos su salvación. –RH, agosto 27, 1903 (parte en Ev, 366-367).
Uno de los talentos confiados por Dios.– La voz humana expresada en canto constituye uno de los talentos dados por Dios y que deben emplearse para su gloria. El enemigo de la justicia utiliza provechosamente ese talento a su servicio. Y lo que es un don de Dios, dado para bendecir las almas, es pervertido, mal aplicado y sirve a los propósitos de Satanás. Este talento de la voz es una bendición si se consagra al Señor para servir a su causa.– Ev, 363.
Música instrumental y canto congregacional.– En las reuniones, que se escoja un número para formar parte del servicio de cantos. Que se acompañe el canto de música instrumental hábilmente tocada. No debemos oponernos al uso de la música instrumental en nuestra obra. Esa parte del servicio debe ser cuidadosamente dirigida; porque es alabanza a Dios por el canto.
Cantar no debe siempre hacerse por una minoría. Tan a menudo como sea posible, que toda la congregación participe.– 9T, 144.
El servicio de canto.– Los cantos no debieran ser entonados por unos pocos. Todos los presentes debieran ser animados a unirse en el servicio de canto. –Ev, 370.
El uso de instrumentos musicales.– Introducid en la obra el talento del canto. El uso de instrumentos musicales no es de ninguna manera objetable. Estos se utilizaron en el servicio religioso, en la antigüedad. Los adoradores alaban a Dios por medio del arpa, y el címbalo, y la música debiera tener un lugar en nuestros cultos: eso despertaría más interés en ellos.– Ev, 365.
La música es un medio eficaz.
La historia de los cantos de la Biblia está llena de sugestiones en cuanto a los usos y beneficios de la música y el canto.  A menudo se pervierte la música haciéndola servir a malos propósitos y de ese modo llega a ser uno de los agentes más seductores de la tentación.  Pero, debidamente empleada, es un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos a temas más nobles, a inspirar y elevar el alma. . . .
Es uno de los medios mas eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual.  Cuán a menudo recuerda la memoria el alma oprimida y pronta a desesperar, alguna palabra de Dios, el tema olvidado de algún canto de la infancia y las tentaciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo propósito y se imparte valor y alegría a otras almas.
Nunca se debería perder de vista el valor del canto como medio educativo.  Cántense en el hogar cantos dulces y puros, y habrá menos palabras de censura, y más de alegría, esperanza y gozo.  Cántese en la escuela, y los alumnos serán atraídos más a Dios, a sus maestros y los unos a los otros.
Como parte del servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración.  En realidad, más de un canto es una oración.  Si se enseña al niño a comprender esto, pensará más en el significado de las palabras que canta y será más sensible a su poder (La Educación, págs. 163, 164)
La música celestial.
Se me ha mostrado el orden, el perfecto orden, en el cielo y he quedado extasiada escuchando la música perfecta de ese lugar.  Después de salir de la visión, el canto de aquí me ha parecido muy áspero y discordante.  He visto compañías de ángeles ubicados en una plaza baja, cada uno con una arpa de oro. . . Hay un ángel que siempre conduce, que siempre toca primero el arpa y da la nota, y luego todos se unen en la exquisita y perfecta música del cielo.  No puedo describirla.  Es una melodía celestial, divina, mientras cada rostro refleja la imagen de Jesús, con un fulgor de gloria inenarrable (Testimonies, tomo 1, pág. 146.  Año 1857).
La organización del servicio de cantos.–
El pastor no debe asignar himnos para ser cantados a menos que se le haya asegurado de antemano que son familiares para los que cantan.  Debe señalarse a una persona idónea para que se haga cargo de este ejercicio, y será su deber tratar de que se seleccionen himnos tales que puedan ser cantados con el espíritu y también con el entendimiento.
El canto forma parte del culto a Dios, pero en la forma chapucera con que con frecuencia se lo conduce no se acredita la verdad y no se honra a Dios.  Debiera haber métodos y orden en esto tanto como en cualquier otra parte de la obra del Señor.  Organícese un grupo con los mejores cantantes, cuyas voces puedan conducir a la congregación, y luego únanse a ellos todos los que así lo deseen.  Los que cantan debieran realizar un esfuerzo para cantar en armonía; debieran dedicar algún tiempo a la practica a fin de emplear este talento para la gloria de Dios.
Pero no debiera permitirse que el canto aparte la atención de las horas devocionales.  Si es necesario descuidar una de estas dos actividades, descuídese el canto (Review and Herald, 24 de julio, 1883).
Dios prefiere la voz humana.
La voz humana que canta la música de Dios con un corazón lleno de gratitud y agradecimiento, es para él mucho más agradable que la melodía de todos los instrumentos musicales que han sido inventados por manos humanas (Carta 2c, 1892).
Equilibrio debido con el tiempo dedicado al canto.
Podemos mejorar nuestra forma de conducir las reuniones campestres y de reavivamiento, para que todos los que asisten reciban una atención más directa.  Se llevan a cabo algunas reuniones sociales en la carpa grande, donde todos se reúnen para rendir culto, pero éstas son tan numerosas que sólo unas pocas personas pueden participar, y muchos hablan con voz tan baja que pocos pueden oírlos. . . En algunos casos se dedicó mucho tiempo a cantar.  Se cantó un largo himno antes de la oración, un largo himno después de la oración, y ha habido mucho canto entremezclado con las actividades del resto de la reunión.  En esta formó se han utilizado indebidamente valiosos momentos, y no se ha hecho ni la mitad del bien que habría podido realizarse si estas preciosas reuniones se hubieran dirigido debidamente (Review and Herald, 27 de noviembre, 1883).
La música instrumental en la reunión de la Asociación General de 1905.– Me alegro de oír los instrumentos musicales que tenéis aquí. Dios quiere que los tengamos. El quiere que lo alabemos con el corazón, con el alma y con la voz. –Ev, 367.
Cualidades indeseables
Voces agudas y estridentes.– La música forma parte del culto de Dios en los atrios del cielo. En nuestros cantos de alabanzas debemos intentar acercarnos tanto como sea posible a la armonía de los coros celestiales. A menudo me he entristecido al oír voces incultas, elevadas hasta la más alta nota, chillando literalmente, al expresar las sagradas palabras de algún himno de alabanza. Cuán inapropiados son esas voces agudas y estridentes en el culto sagrado y el gozoso servicio de Dios. Anhelo tapar mis oídos, o huir lejos del lugar, y me alegro cuando el penoso ejercicio ha terminado.
Los que hacen del canto una parte del culto divino, deben elegir himnos con música apropiada para la ocasión, no de notas fúnebres, sino alegres, y con todo, melodías solemnes. La voz puede y debe ser modulada, enternecida y subyugada.– Ev, 370.
Jerga y discordancia.– Vi que todos deben cantar con el espíritu y con el entendimiento también. A Dios no le complace la jerga y la discordancia. Lo correcto le agrada siempre más que lo incorrecto. Y cuanto más puedan acercarse los hijos de Dios a lo correcto, con canto armonioso, tanto más será El glorificado, la iglesia beneficiada y los no creyentes favorablemente impresionados.– Ev, 370.
Músicos mundanos.– No contratéis músicos mundanos si esto puede evitarse de alguna manera. Reunid cantores que canten con el espíritu y también con el entendimiento. La ostentación extraordinaria que a veces hacéis implica gasto innecesario, que a los hermanos no se les debe exigir que hagan; y encontréis que después de un tiempo los no creyentes no estarán dispuestos a dar dinero para hacer frente a estos gastos.– Ev, 371.
¿Cómo puede Dios ser glorificado cuando dependéis para vuestros cantos de un coro mundano, que trabaja a sueldo?  Hermano mío, cuando Ud. vea estas cosas con plena claridad, tendrá Ud. en sus reuniones, únicamente cantos dulces y sencillos, y pedirá a toda la congregación que se una en el canto.  Qué importa si entre los presentes hay algunos cuyas voces no son tan musicales como la voz de los demás.  Cuando el canto es tal que los ángeles pueden unirse con los cantores, se produce sobre la mente una impresión que el canto que procede de labios no santificados no puede hacer (Carta 190, 1902).
Formalismo y ostentación.--
Fui llevada a algunos de sus ensayos de coro, y se me hizo leer los sentimientos existentes en el grupo que Ud. dirige.  Había celos mezquinos, envidia, crítica y murmuración.  Dios requiere un servicio prestado de todo corazón; el formalismo y el servicio prestados solamente de labios son como bronce que resuena y como címbalo que retiñe.  Su canto tiene como finalidad la ostentación, y no la alabanza a Dios con el espíritu y el entendimiento.  La condición del corazón revela la calidad de la religión del que profesa la piedad (Carta la, 1890).
Despliegue teatral.--
En sus esfuerzos para alcanzar a la gente, los mensajeros del Señor no han de seguir los caminos del mundo.  En las reuniones que se celebren no han de depender de cantores mundanos  y de despliegue teatral para despertar el interés. ¿Cómo puede esperarse que los que no tienen ningún interés en la Palabra de Dios, los que nunca han leído su Palabra con un sincero deseo de comprender sus verdades, canten con el espíritu y con el entendimiento? ¿Cómo pueden sus corazones estar en armonía con las palabras del canto sagrado? ¿Cómo puede el coro celestial unirse en una música que es solamente una forma? (Testimonies, tomo 9, pág. 143.  Año 1909).
Sin espíritu y comprensión.-
Muchos están cantando hermosos himnos en las reuniones, himnos de lo que harán o de lo que se proponen hacer; pero algunos no hacen estas cosas; no cantan con el espíritu y con el entendimiento.  De igual manera, algunos no resultan beneficiados con la lectura de la Palabra de Dios, porque no la incorporan a su propia vida, no la practican (Review and Herald, 27 de septiembre, 1892).
Dinero para contratar cantores.--En las reuniones que se realizan, no debiera descuidarse el canto.  Dios puede ser glorificado por esta parte del servicio.  Y cuando los cantores ofrecen sus servicios, deben ser aceptados.  Pero no debe emplearse dinero para contratar cantores.  A menudo el canto de los himnos sencillos por parte de la congregación, tiene un encanto que no poseen las selecciones de un coro, por mucha habilidad que tenga (Carta 49, 1902).
Músicos no consagrados.--
La ostentación no es religión ni santificación.  No hay nada más ofensivo a la vista de Dios que un despliegue de música instrumental, cuando aquellos que toman parte no son consagrados, no tienen melodías en sus corazones para el Señor.  La ofrenda más dulce y aceptable a la vista de Dios, es un corazón que ha alcanzado la humildad al practicar la abnegación, al elevar la cruz y seguir a Jesús.
La música en el congreso campestre de Indiana en 1900,
descrita por testigos oculares.

La música que se toca en la ceremonia.– Hay un gran poder que acompaña al movimiento (Carne Santificada) que se está realizando aquí. Atraería casi a cualquiera dentro de su esfera de acción, si concienzudamente se sientan a escuchar con el menor grado de aprobación; a causa de la música que se toca en la ceremonia. Tienen un órgano, un bajo, una viola, tres violines, dos flautas, tres panderetas, tres cornos y un bombo y quizás otros instrumentos que no he mencionado. Están tan adiestrados en el área musical como cualquier coro del Ejército de Salvación que haya jamás escuchado. En realidad su esfuerzo de reavivamiento es sencillamente una copia completa del método del Ejército de Salvación, y cuando alcanzan una clave alta, no se puede oír una palabra del canto de la congregación, ni escuchar nada, que no sean gritos de los que están medio dementes…
Después de un llamado para orar, unos pocos de los dirigentes se adelantan siempre, para guiar a otros; y entonces empiezan a tocar los instrumentos musicales, hasta que uno ni puede pensar; y bajo la excitación de esa tensión consiguen que gran parte de la congregación les siga una y otra vez. — Informe de S. N. Haskell a E. G. White, septiembre 25, 1900.
Tonos bailables y palabras sagradas.– Tenemos un gran tambor, dos panderetas, un gran contrabajo, dos pequeños violines, una flauta y dos cornetas, un órgano y unas pocas voces. Tienen como libro de cantos, “El jardín de los sainetes”, y tocan tonos de danza para las palabras sagradas. Nunca han usado nuestro propio himnario, excepto cuando los pastores Breed o Haskell hablan, entonces abren y cierran con un himno de nuestro libro. Gritan amenes, y “alaban al Señor”, “gloria a Dios” igual que un servicio del Ejército de Salvación. Es penoso para el alma. Las doctrinas predicadas corresponden al resto. Las pobres ovejas están confundidas. –Informe de la Sra. S. N. Haskell a Sara Mc Enterfer, septiembre 12, 1900.
Cantos alegres e histeria.– Asistí al campamento en septiembre de 1900, que se tuvo en Muncie, en donde presencié las actividades y excitación fanática de esa gente. Había grupos numerosos de personas esparcidos por todo el terreno del campamento discutiendo, cuando estos fanáticos condujeron los servicios en el gran pabellón, llegaron a alcanzar un grado de excitación elevado por el uso de instrumentos como: trompetas, flautas, instrumentos estridentes, panderetas, un órgano y un gran bombo. Gritaron y cantaron sus cantos alegres con la ayuda de instrumentos hasta que se pusieron realmente histéricos. Varias veces los vi, después de esas reuniones de la mañana cuando venían al comedor, moviéndose como si tuvieran parálisis.– Informe de Burton Wade a A. L. White, 12 de enero de 1962.
Comentarios de Elena G. de White relacionados con la música
durante el Congreso Campestre de Indiana de 1900


Un bullicio que confunde los sentidos.
– Esas mismas cosas que habéis explicado que ocurrían en Indiana, el Señor me ha mostrado que volverían a ocurrir justamente antes de la terminación del tiempo de gracia. Se manifestarán toda clase de cosas extrañas. Habrá vocerío acompañado de tambores, música y danza. El juicio de algunos seres racionales quedará confundido de tal manera que no podrán confiar en él para realizar decisiones correctas. Y a esto consideran como la actuación del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo nunca se manifiesta en esa forma, mediante ese ruido desconcertante. Esto constituye una invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a tornar ineficaz la pura, sincera, elevadora, ennoblecedora y santificadora verdad para este tiempo. Es mejor no mezclar nunca el culto a Dios con música, que utilizar instrumentos musicales para realizar la obra que en enero pasado se me mostró que tendría lugar en nuestras reuniones de reavivamiento. La verdad para este tiempo no necesita nada de eso para convertir a las almas. El ruido desconcertante aturde los sentidos y pervierte aquello que, si se condujera en la forma debida, constituiría una bendición. El influjo de los instrumentos satánicos se une con el estrépito y el vocerío, que resulta en un carnaval, y a esto se le denomina obra del Espíritu Santo…
No debería estimularse esta clase de culto. Este mismo género de influencia vino después de cumplida la fecha de 1844. Ocurrieron las mismas representaciones. Los hombres se agitaron y fueron estimulados por un poder que pensaban era el poder de Dios… — 2MS, 41, 42.
La música aceptable si no es debidamente conducida, se transforma en tentación de Satanás.– El Espíritu Santo no tiene nada que ver con tal confusión de ruido y multitud de sonidos como se me mostró en enero pasado. Satanás trabaja en medio del ruido y de la confusión de tal música, que debidamente conducida, sería una alabanza y gloria a Dios. El provoca el mismo efecto que el veneno de la serpiente.
Estas cosas que fueron en el pasado serán en el futuro. Satanás hará de la música una tentación según la manera en que sea conducida. Dios llama a su pueblo, que tiene la luz adelante de si en la Palabra y en los Testimonios, a leer y considerar, y a aceptarlos. Se ha dado instrucción clara y definida para que todos puedan comprender. Pero el deseo apasionado de hacer algo nuevo resulta en doctrinas extrañas, y en gran manera destruye la influencia de los que serían un poder para el bien si mantuvieran firme su confianza en la verdad que el Señor les ha dado. –Carta 132, 1900 a S. N. Haskell.
Estos [en Indiana] estaban guiados por una ilusión espiritualista.– Evangelism, p. 595.
El ruido no es evidencia de santificación.– Se me instruyó concerniente a las últimas experiencias de los hermanos de Indiana y a las enseñanzas que han dado a las iglesias. El enemigo ha estado obrando a través de estas prácticas y enseñanzas para descarriar a las almas… Había mucha excitación, con ruidos y confusión. No era posible captar claramente lo que estaba ocurriendo. Algunos parecían estar en visión y caían al suelo. Otros saltaban, danzaban y gritaban…
La forma como se han celebrado las reuniones en Indiana, con ruido y confusión, no las recomiendo a las mentes concienzudas e inteligentes. Estas demostraciones no contienen nada capaz de convencer al mundo de que poseemos la verdad. El ruido y el alboroto en sí mismos no constituyen ninguna evidencia en favor de la santificación, o del descenso del Espíritu Santo. Vuestras demostraciones extravagantes crean únicamente disgusto en la mente de los no creyentes. Cuanto menos haya de esta clase de demostraciones, tanto mejor será para los participantes y para el pueblo en general…
Surgirán muchos movimientos semejantes en este tiempo cuando la obra del Señor debería estar en una condición elevada y pura, y no adulterada con supersticiones y fábulas. Debemos estar en guardia a fin mantener una estrecha comunión con Cristo y para no ser engañados por las artimañas de Satanás.
El Señor quiere que sus servicios se caractericen por el orden y la disciplina y no por la agitación y la confusión. No estamos ahora en condiciones de describir con exactitud las escenas que ocurrirán en nuestro mundo en el futuro, pero sí sabemos que éste es un tiempo cuando debemos velar y orar, porque el gran día del Señor está cercano. Satanás está reuniendo sus fuerzas, Necesitamos ser precavidos y permanecer serenos, y contemplar las verdades de la revelación. La agitación no favorece el crecimiento en la gracia que conduce a la verdadera pureza y santificación del espíritu.
Dios exhorta a su pueblo a que ande con sobriedad y con santa compatibilidad con los principios. Deberían tener mucho cuidado de no desfigurar ni deshonrar las santas doctrinas de la verdad mediante actuaciones extrañas, confusión y alboroto. Cuando ocurren estas manifestaciones, los no creyentes son llevados a pensar que los Adventistas del Séptimo Día constituyen un conjunto de fanáticos. Así se crea una situación de prejuicio que impide que las almas reciban el mensaje para este tiempo. Cuando los creyentes proclaman la verdad como está ejemplificada en Jesús, manifiestan una calma santa y serena, y no una tormenta de confusión.– 2MS, 35-41.








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